viernes, 20 de abril de 2012

Ruamayor, calle de Santander, en 1885 y 2012


Existía en Santander una calle que se llamaba Ruamayor. Era la calle principal de la puebla antigua, la puebla de los primitivos pobladores, lo que habría que remontar a mil años antes de ahora (seguramente más). Nacía en la puerta de la catedral (en aquellos tiempos medievales, ermita o abadía), y siguiendo la loma que entonces existía, llegaba hasta el lugar en que se juntan la calle Alta, la cuesta del Hospital y la rampa de Sotileza. Hoy de aquello no queda nada, pues tras el incendio  de febrero de 1941, que destruyó por completo el centro de la ciudad, se desmontó la loma y se trazaron las actuales calles de Lealtad e Isabel II. Sin embargo, se reconoce el sitio en donde comenzaba, según puede verse en las fotos, la primera tomada en 1885 por Duomarco (un fotógrafo santanderino de finales del siglo XIX), y la segunda en la actualidad. Como se puede apreciar, el lugar sigue igual, aunque sólo sea ese rincón: el resto no existe. (Obsérvense en la foto antigua las primeras casas de Ruamayor, a la izquierda, adosadas a la torre de la catedral).








Basta observar la segunda foto para darse cuenta de lo que sucedió durante el incendio: la totalidad de la puebla vieja santanderina desapareció del mapa. En la foto, cuya autoría ignoro (aunque puede que fuera Samot), se ve la calle de Atarazanas, actualmente Calvo Sotelo, y los escombros de esa puebla; la catedral y el edificio de Correos, para hacerse una idea, estarían inmediatamente a la izquierda de la fotografía y fuera del cuadro.
 

Habría que añadir que los escombros de aquella loma (sobre la que se levantaba no sólo la Ruamayor, sino también Ruamenor, la calle del Rincón, la cuesta de Gibaja y varias callejas que las comunicaban), en donde sin duda está inmersa la historia del Santander antiguo (todo cuanto durante siglos cayó al suelo, las monedas que perdía la gente, los juguetes rotos de los niños, etc.), se encuentran hoy rellenando el talud (obra que se hizo en 1948) que desde la avenida de la Reina Victoria desciende hacia la ensenada del Camello y se extiende hasta las playas de El Sardinero. A veces lo pienso cuando paso por allí: bajo mis pies...


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